domingo, agosto 07, 2005

Esta historia me conmovió...

(Este artículo que escribí apareció hoy, 7 de agosto, publicado en El Mercurio, cuerpo C)

Caso Angol:

Hermana de fusilado critica a la Suprema por fallo de prescripción


Helia Rioseco no confía en el tribunal máximo. Esperaba que confirmara fallo.

por Carolina Valenzuela

Fue una vecina la que le dio la noticia. Eran las ocho de la mañana del 5 de octubre de 1973 cuando se enteró de que su hermano, Ricardo Rioseco, de 21 años, había sido fusilado durante la madrugada por militares, en un galpón frente al regimiento de Angol.
Pese a que creía que el dolor estaba superado, Helia Rioseco no puede contener las lágrimas al recordar ese momento, mientras se toma un café en el Apumanque.
La expresión triste de su rostro se vuelve tensa y dura cuando se refiere al fallo de la Corte Suprema conocido el viernes, que aplicó la prescripción y con ello absolvió de la condena al autor confeso del crimen de su hermano, el coronel (r) Joaquín Rivera González.
"No confío en la Justicia nunca más. Es espantoso que la Corte Suprema todavía esté a favor de los asesinos. Siento impotencia, porque yo esperaba que ratificaran lo que había hecho la Corte de Temuco. No hay justicia en Chile, no existe", aseveró la mujer.
Joaquín Rivera, quien actualmente reside en el sur del país, había sido condenado a 10 años y un día de presidio por el tribunal de alzada de la Novena Región, por el homicidio calificado de Rioseco y de Luis Cotal Álvarez, quien a la fecha del crimen tenía sólo 15 años.
"Por mí que vaya a la cárcel. No le deseo la muerte, pero sí que vaya a la cárcel, para que no ande suelto en la calle riéndose del dolor de los demás", afirma al referirse al ex uniformado, a quien nunca ha conocido.
"Cayo"
Ricardo Rioseco, "Cayo" para sus familiares y amigos, estaba en Angol visitando a su homónimo padre, ex regidor de la ciudad, quien se encontraba detenido en un recinto penal, por pertenecer al Partido Comunista.
El día anterior a su fusilamiento, almorzó con su hermana, y luego volvió a la casa paterna para hacer sus maletas. Su plan era partir a Santiago a las 9 de la noche, porque debía volver a la universidad, en donde estudiaba Pedagogía en Historia.
Según relata Helia, un grupo de militares irrumpió en la vivienda y golpeó a su hermano hasta dejarlo inconsciente. Así se lo contaron los vecinos del lugar, quienes no hicieron nada.Luego de ello lo trasladaron a un galpón.
Cuando llegó al lugar el también detenido Luis Cotal, procedieron al fusilamiento, ordenado por el entonces coronel Rivera. Según relataron testigos, no fue éste quien disparó, debido a que su arma se atascó cuando hizo el intento.
Fueron diez los jóvenes conscriptos que participaron en el fusilamiento, entre ellos tres que habían sido compañeros de liceo del joven, quienes se habrían negado en un primer momento a seguir las órdenes de su superior. Cada uno habría disparado al menos 10 balas, razón por la cual los cuerpos se partieron.
La prensa publicó que ambos jóvenes habían intentado atacar a la guardia del regimiento, razón por la que fueron abatidos.Cuando Helia Rioseco fue al cuartel a pedir el cadáver, la instaron a no insistir en ello con un arma en el pecho, recuerda.
Fue una semana después, mientras caminaba por la calle, cuando se enteró con detalles de lo que había ocurrido."Un conocido capitán de aviación de la zona me paró en la calle. Me dijo 'chiquilla, ten tranquilidad, tu hermano no sintió nada porque estaba aturdido. Lo torturaron de tal forma que no se dio cuenta. Lo acribillaron y lo partieron en dos. Estaban en la disyuntiva entre tirarlo al río o enterrarlo detrás en el mismo regimiento'. Lo tiraron al río finalmente", relata con dificultad.
Restos nunca aparecieron
Uno de los momentos más duros que enfrentó Helia Rioseco tras la muerte de su hermano fue cuando le contó a su padre."Él se desmayó y fue muy difícil calmarlo. Tuvo que venir un médico, porque le vino un preinfarto", recuerda.

Ricardo Rioseco padre murió a los 94 años el 30 de septiembre de 2003, tras haber participado, dos meses antes, en la reconstitución de escena de la muerte de su hijo.
"Él esperaba que algún día le entregaran los restos. Él pensaba que lo habían enterrado detrás del regimiento. Yo sabía que lo habían tirado al río. Nunca se lo dije", confesó la mujer.