domingo, junio 18, 2006

Las injusticias de la justicia...


Debo confesar que al presenciar el hecho que voy a relatar me reí, pero le he dado vueltas al tema y en realidad es una suerte de tragedia y un ícono sencillo de lo que puede ser la "injusticia".

Por razones de trabajo, ayer tuve que asistir a una serie de audiencias del sistema procesal penal que acaba de cumplir un año en Santiago. Luego de presenciar cómo el juez,--que ya era un chiste por su forma de tratar tanto a los fiscales como imputados--, dejaba libre a un pendex llamado "Chester" que había robado una mochila, vino el caso de don "José Dolores".

El señor en cuestión debió haber tenido unos 50 años, tenía parchado uno de sus ojos por un problema de salud, y trabajaba como ayudante de pintor. Era delgado, de apariencia débil y muy humilde.

Con presición, respondió cada una de las preguntas del "personaje" que era el magistrado. Había sido detenido la tarde del viernes en su casa de Lo Espejo, y no tenía claro la razón. Durante la detención, no pudo conocer sus derechos, debido a que no podía leer bien ("ahhh, por el parche", le dijo el juez) y había pasado una noche en prisión.

Cuando el juez le preguntó al fiscal qué delito tenía sentado en el banquillo de los acusados a don José Dolores, el acusador (que parecía y tenía nombre de actor mexicano) balbuceó unos cuantos "ehh, ehh", mientras hojeaba una carpeta. Al final de su búsqueda dijo al juez que al parecer el caso del ya nombrado "imputado" estaba cerrado.

Tras buscar en el computador que tiene en el estrado, el magistrado se percató de que efectivamente la causa en la que había estado implicado quién sabe porqué el señor José Dolores estaba sobreseida, y que por un error que no quedó muy claro, un juzgado lo había mandado a detener.

La solución fue sencilla y rápida... "don José, usted se puede ir, aquí no ha pasado nada", le dijo el juez, tras lo cual el pobre hombre (y me atrevo a decirlo) fue a buscar un cinturón y sus documentos, para luego abandonar la sala de audiencias... los presentes no sabíamos si reirnos o llorar.

¿A quién le reclama ahora don José Dolores por el error que lo tuvo detenido una noche, durmiendo en un calabozo, y por la vergüenza que para cualquiera debe significar que los ratis lo saquen de la casa? ¿Basta con un "aquí no ha pasado nada"? ¿Qué hubiera pasado si el personaje no hubiera vivido en Lo Espejo, no se llamara José Dolores y fuera un profesional? De seguro el juez habría dicho algo más que la frase que emitió casi con risa.

Un ejemplo de las injusticias que se producen en la nueva justicia...

2 Comments:

At 8:35 p. m., Anonymous Anónimo said...

es admirable como puedes cargar en tu vida con tal sentido y deber de la justicia. Me emociona tal nivel de altruísmo y agudeza, presente solo en un alma tan sensible, eso es pura nobleza ... me recuerdas a la gente que, lejos de verse, se envuelve en meditaciones espirtuales y profundas, para después verse peleando por la carroña en tribunales. Te amo, muñeca...

 
At 1:17 a. m., Blogger boris said...

hola Millarahue
tienes toda la razón con lo que le sucedió a jose dolores, pero a pesar de lo que sucedió esta nueva justicia es mil veces mejor que la antigua, depende de nosotros seguir mejorandola
saludos, boris

 

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