martes, enero 30, 2007

La pequeña gigante, el rinoceronte y dos gigantes del tenis

Un poco enredada, como toda yo, es la motivación que logró hacerme escribir otra vez para este espacio, que hace muuuucho ni siquiera visitaba.

Pero es que cuando al fin tengo un fin de semana libre y casi entero para hacer cualquier cosa que no fuera trabajar (al fin) han pasado cosas tremendas en este cada día más movido Santiago (al fin, otra vez).



Una de esas “cosas” es ella, la “pequeña gigante”, la niña de nueve años y siete metros de altura que a todos nos hizo desde el viernes pasado ser un poco niños, sin importar los quince, los veinte, los treinta, cuarenta, cincuenta (venga Tommy!) que tengamos.

Para variar, yo estaba un poco ajena a todo el revuelo que la niña causó por toooda la ciudad (por trabajo, trabajo y más trabajo), pero en la mañana del domingo (o sea 14:00 horas para mí) sucumbí y fui a la única, grande y nuestra plaza Italia a verla dormir, y por un momento me sentí Alicia en el país de las Maravillas, salvo porque además de la gente, niños y adultos fascinados, estaban los infaltables expertos en marketing vendiendo las chapitas, cintillos, fotos y banderas por doquier alusivas a la pequeña, que ajena a todo ese comercio, dormía tranquila con el agradable y bucólico ruido de los grillos en sus oídos.

Aparte de agradecer a la compañía Royal De Luxe por una intervención de tal magnitud, y por lograr demostrar que en Chile sí apreciamos el arte (sólo que a veces es un poco complejo pagar por verlo), agradecí profundamente que las personas que acudieron se portaran a la altura de las circunstancias.

De verdad temí en algún minuto que ese chileno que NUNCA falta le hiciera un “tatuaje” con spray a la nena, le robara la ropa, o le sacara un "pedacito" para guardarlo de recuerdo. Afortunadamente la muñeca gigante se fue enterita a Valparaíso, desde donde inició el viaje a su Europa natal, luego de llenar de magia y alegría a esta casi siempre gris ciudad, que por tres días se transformó en el escenario de un cuento, del que todos sus habitantes de alguna u otra forma fuimos parte.

Lamentablemente no pude ver personalmente al asustado rinoceronte de 5 metros, pero sí pude maravillarme una y otra vez con el lindo cuento que protagonizó.

El otro evento que me motivó a escribir ocurrió so so far away, en Australia, donde una vez más el suizo Roger Federer mostró sin problemas el talento que lo tiene como el mejor tenista del mundo.

Pero en esta oportunidad quiero rendir mi pequeño gran homenaje a él … sí … a Fernando González, por su empeño, por su alegría, por su humildad, por su confianza, y por el gran tenis que nos está regalando. Perdió, es cierto, pero no fue una masacre, de hecho estuvo leeejos de serlo. Mil felicidades y muero de ganas de verlo en la Davis en dos semanas!!!

He vuelto!

(Lolín ... le copié el formato de las fotos ... las cosas buenas hay que imitarlas, verdad?)

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