miércoles, agosto 31, 2005

Campaña Solidaria!


Como a ningún blogger le interesó la historia de Millarahue, me voy a dedicar a las campañas (me voy a la segura....nunca pasan de moda).

A través de este sencillo medio, llamo a todos los ciudadanos de corazón generoso a colaborar para conseguir "un cuello para Miguel Piñera". Mientras practicaba uno de mis deportes nocturnos (el zapping...mal pensados) me di cuenta que el citado individuo (conocido como "Papurri" o "viejo perro" en más de un círculo), está a punto de ser reclutado por las almejas para ser uno más de sus filas.


Eso por hoy.

(Muy loca?)

domingo, agosto 28, 2005

La historia de Millarahue

Ya no recuerdo con exactitud la fecha exacta en que apareció, pero fue hace al menos 3 años. Era un día frío y llovía suavemente. Yo estaba en uno de mis complejos períodos de confusión y de búsqueda de respuestas...de esos que vienen de cuando en cuando para intentar hacerme olvidar que hay vacío o dolor dentro de mí.

Fue así que mis pasos me condujeron a un antiguo cité en las cercanías del Metro Unión Latinoamericana. Muchas veces observé ese lugar y me atemoricé... y de pronto estaba tendida en un confortable sofá al interior de una habitación oscura en una de sus casas.

La voz masculina de fondo me relajó. Mi mente semidormida podía percibir aún el ruido de las micros en el exterior, pero poco a poco una niebla me envolvió. Ya no había bocinas ni motores, sino cantos de pájaros y el ruido del viento entre los árboles.

Hacía frío cuando vi sus pies...de alguna forma eran mis propios pies. Estaban descalzos. Entonces la vi ante mí. Era alta y delgada. Su pelo negro caía en un atractivo desorden sobre su espalda. Sus ojos grandes y curiosos miraban con profundidad el horizonte como si quieran guardar para siempre aquel paisaje que la sobrecogía, y que sólo encontraba en la cima de aquel cerro.

Era su lugar favorito. La vi respirar profundo y cerrar los ojos para sentir con intensidad el viento húmedo golpear suavemente sobre su rostro. Sencillamente amaba mirar el ir y venir de las olas del mar desde ese lugar.

"¿Cómo está vestida?", me preguntó la voz masculina que apenas percibía.

Era muy femenina y sensual. Su fino vestido oscuro tejido a telar no lograba ocultar su cuerpo esbelto y fuerte, aquel que atraía las miradas de los hombres de su tribu, y también de los foráneos. No usaba joyas. Sólo llevaba unas flores blancas que resaltaban entre su cabellera, y destacaban el tono mate de su piel.

"¿Sabes cómo se llama?, ¿quién es esa mujer?", requirió la voz.

Sin mediar filtro alguno, mi boca pronunció "Millarahue". Era la joven hija del jefe de la tribu que habitaba en algún lugar del centro sur de Chile, entre los cerros próximos al mar.
Era ese lugar el que le servia de refugio cuando añoraba pensar y buscar respuestas a los conflictos que inquietaban su espíritu.

Estaba triste. Respiró profundo antes de dar la espalda al mar y correr rauda hacia su caballo, que montó cual experimentada guerrera.

De pronto sólo vi el verde de los árboles pasar ante mí. Era ella quien cabalgaba en medio del bosque con destino a su aldea. Su padre la esperaba molesto por su repentina desaparición. Desde muy pequeña, y tras la muerte de su madre, la joven princesa se perdía por horas, provocando el pánico en aquel líder indígena, quien con el tiempo se acostumbró a los escapes de su única hija.

Pero ese día no era el adecuado para uno de sus escapes. Llanquil la esperaba ansioso para concretar el compromiso. Se casarían dentro de un mes y eso la agobiaba.

Se vistió lentamente, pero no logró ataviar de luz y alegría su mirada. Su padre sabía que no estaba enamorada de aquel guerrero, pero era el único que le parecía digno y noble para su hija.

Con impotencia, Millarahue avanzó lentamente entre los suyos. Llanquil sonreía y su mirada la atemorizó. Una música suave y solemne llenó el ceremonioso silencio. Y una fuerza descontrolada surgió de su vientre e inundó su cuerpo.

Mientras cabalgaba a toda velocidad sin rumbo fijo, comprendió el dolor que debía estar sintiendo su padre. Pero lo había decidido: no iba a casarse con un hombre al que no amaba, y menos dejar morir sus apasionados deseos de ir más allá de los límites que hasta ese minuto había cruzado, para conocer otros pueblos y culturas que sabía existían en algún lugar.

La libertad era su mayor tesoro y nadie se lo robaría. No tenía miedo a la oscuridad ni al frío de la noche. Tampoco a los peligros. Estaba decidida a no dejarse avasallar y a cumplir sus deseos de vida, aun cuando ello significara perder el cariño y respeto de los suyos.

Era tal su euforia que perdió la noción del tiempo. Sólo sabía que estaba lejos, en medio de un bosque en el que no la encontrarían. Mirando el brillo de las estrellas entre las ramas de las Araucarias se durmió.

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El cielo mostraba el hermoso azul petróleo de la madrugada cuando despertó de golpe con una bofetada en su rostro. Y al abrir sus asustados ojos se cruzaron con una mirada amenazante y violenta, que desde entonces se convirtió en su peor pesadilla.

No supo cuantos golpes recibió y no podía distinguir cuál dolor era más fuerte...si el de de su cuerpo o el de su alma.

Sus manos estaban amarradas cuando estuvo otra vez frente a su padre. Sus ojos se cruzaron, y ni las lágrimas que se asomaron por sus ojos lo hicieron ceder: le dio la espalda sin siquiera decirle una palabra...ahora estaba sola frente a Llanquil, aquel hombre que la capturo y que se había convertido en su amo.

"Tienes el poder de avanzar en el tiempo. ¿Dónde está ella ahora?", preguntó la voz.

Estaba sentada en el suelo en un rincón de su ruca. Lloraba silenciosamente y con la mirada perdida. El dolor y vacío que sentía en su corazón se mezclaban con la ira que se acumulaba en sus entrañas cada vez que aquel hombre se descargaba sobre ella. Esta vez no hubo golpes, pero el dolor no cesaba.

Entonces lo decidió...no miró atrás. Sólo corrió entre los árboles. Corrió tanto que el aire se agotaba en su pecho. Tenía que escapar de su infierno, tenía que lograr la libertad que tanto anhelaba...

Su cuerpo estaba helado y frío sobre una tela. Poco a poco la envolvieron, hasta cubrir aquel rostro que aún reflejaba fuerza y coraje. Su padre no pudo contener las lágrimas en el funeral.

Llanquil no midió fuerzas cuando la encontró jadeante en la cima de un cerro. La joven Millarahue ya no tenía fuerzas, cuando sus ojos encontraron de nuevo el intenso calipso que del mar. Sin casi atender a los puntapiés que venían a su vientre...cerró los ojos con dificultad, grabando para siempre en ellos ese paisaje. Y tras sentir el viento húmedo en su rostro, respiró por última vez.

"¿Qué pasó?", cuestionó la voz.

"Está disfrutando", respondí, al tiempo que veía a la hermosa princesa Millarahue abrir los brazos, sonreír y disfrutar de su libertad mientras desaparecía entre la misma niebla que la trajo a mí.

lunes, agosto 08, 2005

Con ganas de pelear...

Uff... qué día! Si no es porque soy bastante contenida, hoy habría peleado con el 80% de las personas con que interactué. En efecto, ahora escribo precisamente para ver si logro depositar en estas letras toda esa energía beligerante que tengo a flor de piel... a veces creo que de verdad soy media alien...

domingo, agosto 07, 2005

Me inspiré....este es mi arte (jajaja)


Una volada dominical inspirada en un lindo mensaje de celular...Danke mine schatz!!!

Esta historia me conmovió...

(Este artículo que escribí apareció hoy, 7 de agosto, publicado en El Mercurio, cuerpo C)

Caso Angol:

Hermana de fusilado critica a la Suprema por fallo de prescripción


Helia Rioseco no confía en el tribunal máximo. Esperaba que confirmara fallo.

por Carolina Valenzuela

Fue una vecina la que le dio la noticia. Eran las ocho de la mañana del 5 de octubre de 1973 cuando se enteró de que su hermano, Ricardo Rioseco, de 21 años, había sido fusilado durante la madrugada por militares, en un galpón frente al regimiento de Angol.
Pese a que creía que el dolor estaba superado, Helia Rioseco no puede contener las lágrimas al recordar ese momento, mientras se toma un café en el Apumanque.
La expresión triste de su rostro se vuelve tensa y dura cuando se refiere al fallo de la Corte Suprema conocido el viernes, que aplicó la prescripción y con ello absolvió de la condena al autor confeso del crimen de su hermano, el coronel (r) Joaquín Rivera González.
"No confío en la Justicia nunca más. Es espantoso que la Corte Suprema todavía esté a favor de los asesinos. Siento impotencia, porque yo esperaba que ratificaran lo que había hecho la Corte de Temuco. No hay justicia en Chile, no existe", aseveró la mujer.
Joaquín Rivera, quien actualmente reside en el sur del país, había sido condenado a 10 años y un día de presidio por el tribunal de alzada de la Novena Región, por el homicidio calificado de Rioseco y de Luis Cotal Álvarez, quien a la fecha del crimen tenía sólo 15 años.
"Por mí que vaya a la cárcel. No le deseo la muerte, pero sí que vaya a la cárcel, para que no ande suelto en la calle riéndose del dolor de los demás", afirma al referirse al ex uniformado, a quien nunca ha conocido.
"Cayo"
Ricardo Rioseco, "Cayo" para sus familiares y amigos, estaba en Angol visitando a su homónimo padre, ex regidor de la ciudad, quien se encontraba detenido en un recinto penal, por pertenecer al Partido Comunista.
El día anterior a su fusilamiento, almorzó con su hermana, y luego volvió a la casa paterna para hacer sus maletas. Su plan era partir a Santiago a las 9 de la noche, porque debía volver a la universidad, en donde estudiaba Pedagogía en Historia.
Según relata Helia, un grupo de militares irrumpió en la vivienda y golpeó a su hermano hasta dejarlo inconsciente. Así se lo contaron los vecinos del lugar, quienes no hicieron nada.Luego de ello lo trasladaron a un galpón.
Cuando llegó al lugar el también detenido Luis Cotal, procedieron al fusilamiento, ordenado por el entonces coronel Rivera. Según relataron testigos, no fue éste quien disparó, debido a que su arma se atascó cuando hizo el intento.
Fueron diez los jóvenes conscriptos que participaron en el fusilamiento, entre ellos tres que habían sido compañeros de liceo del joven, quienes se habrían negado en un primer momento a seguir las órdenes de su superior. Cada uno habría disparado al menos 10 balas, razón por la cual los cuerpos se partieron.
La prensa publicó que ambos jóvenes habían intentado atacar a la guardia del regimiento, razón por la que fueron abatidos.Cuando Helia Rioseco fue al cuartel a pedir el cadáver, la instaron a no insistir en ello con un arma en el pecho, recuerda.
Fue una semana después, mientras caminaba por la calle, cuando se enteró con detalles de lo que había ocurrido."Un conocido capitán de aviación de la zona me paró en la calle. Me dijo 'chiquilla, ten tranquilidad, tu hermano no sintió nada porque estaba aturdido. Lo torturaron de tal forma que no se dio cuenta. Lo acribillaron y lo partieron en dos. Estaban en la disyuntiva entre tirarlo al río o enterrarlo detrás en el mismo regimiento'. Lo tiraron al río finalmente", relata con dificultad.
Restos nunca aparecieron
Uno de los momentos más duros que enfrentó Helia Rioseco tras la muerte de su hermano fue cuando le contó a su padre."Él se desmayó y fue muy difícil calmarlo. Tuvo que venir un médico, porque le vino un preinfarto", recuerda.

Ricardo Rioseco padre murió a los 94 años el 30 de septiembre de 2003, tras haber participado, dos meses antes, en la reconstitución de escena de la muerte de su hijo.
"Él esperaba que algún día le entregaran los restos. Él pensaba que lo habían enterrado detrás del regimiento. Yo sabía que lo habían tirado al río. Nunca se lo dije", confesó la mujer.

sábado, agosto 06, 2005

Qué difícil poner fotos!!!


Justo cuando me baja el afán exhibicionista, y sólo quiero publicar una de mis fotos, ¡no sé cómo hacerlo! Si es que esto resulta y junto a este texto ven una imagen...esa debería ser yo!!

Siempre he tenido muy buena relación con la tecnología, pero hoy no sé qué pasa!, no es fácil publicar fotos a través de esta cosa... menos cuando es sábado en la mañana, y estoy en la oficina a punto de ir a reportear...
Y este es mi otro yo... a veces creo que soy mejor en caricatura... sobre todo por mis lentes rojos (que ya no existen...snif).