domingo, abril 27, 2008

Encuentros y reencuentros...

A veces la vida nos da golpecitos de alegría inesperados, para hacernos recordar que estar en este mundo vale la pena, y que lo material está leeeeejos de ser lo más importante.

Esta semana tuve, sin duda, muchos momentos lindos, pero dos de ellos estarían definitivamente en los primeros lugares de mi ránking de hechos notables, si éste existiera.
El primero ocurrió el martes. Estaba entrampada en alguna de las tareas de mi nuevo trabajo, cuando mi teléfono personal sonó. Era un número desconocido. Y mi sorpresa fue grande cuando respondí y supe que quien llamaba era una amiga de mis mejores amigos a quien yo apenas conocí en el diario.

¿Y para qué me llamaba? Simplemente para decirme que un grupo de amigos de ella se iban a juntar a comer una noche, y que yo estaba totalmente invitada, porque lamentaban no haberme conocido más antes, pese a que siempre oían hablar de mí por mis amigos. ¡Me sorprendí!

Lamentablemente no pude ir a esa comida, pero ciertamente la próxima no me la pierdo, porque más allá de lo rico que puedan cocinar, me encanta la idea de que un grupo de personas inviten a otra a ser su amiga sin casi conocerla. Eso es generosidad!!! Y a mí me ENCANTA conocer gente nueva y saber que puedo ampliar mi lista de amigos.

El otro hecho también llegó por teléfono. Estaba a las 19:30 horas (increíble!) del miércoles en un café de Providencia con dos grandes amigas, cuando de pronto el teléfono sonó, y nuevamente era un nuúmero desconocido.

Contesté y me estremecí cuando del otro lado me dicen "Carolina, soy la María Patricia...". WOW!

La María Patricia era mi mejor amiga de la básica, y no sabía nada, pero NADA de ella desde hace por lo menos 14 años!!! Fue heavy, porque por alguna inexplicable razón, ella ha estado presente en mis sueños con relativa frecuencia, y justamente el lunes había aparecido en uno.

El tema es que, independientemente de cómo se consiguió mi número, me alegró tanto volver a saber de ella, y la posibilidad concreta de volver a vernos, que después de que hablamos me puse a llamar a un montón de gente de la que no sabía hace mucho. Hablé, hablé, pregunté, sorprendí con mis llamadas a gente a la que no suelo contactar, y sólo para saber cómo estaban.

Y hablé por messenger, de paso, con dos de mis mejores amigas que viven en ciudades y países distintos y a las que quiero mucho. Y me fui a dormir con una alegría que hasta ahora me era un poco desconocida y que realmente no sé describir... pero que supongo tiene que ver con los encuentros y reencuentros...

(PD: Anoche fui a ver una película que recomiendo absolutamente. Es Danesa y tiene espacios en a India. Se llama "Después del casamiento". Véanla, es buenísima!)

sábado, abril 12, 2008

Tesoros

Heavy. Fuerte. Un tesoro. Muchos tesoros. Eso fue el viernes. El viernes 11 de abril de 2008. Ha pasado un día entero, y el nudo en la garganta todavía aparece con ímpetu cuando me acuerdo hasta del más pequeño detalle de ayer.

Porque ayer fue mi último día de trabajo en el diario en el que estuve por ocho años. Una vida!
Y por lo tanto fue también mi último día de reporteo en tribunales, ese palacio que un día, hace 7 años, miré con miedo, con rabia, y que ayer era un cálido segundo hogar.

Parece que me fui al extremo con los cambios de los que hablé algunos post atrás. Porque además de mover los muebles de mi casa, decidí cambiar de trabajo, y de vida.

Y ayer quedó atrás una etapa. Y fue un día lleno de regalos y sensaciones mezcladas. Porque hubo abrazos sinceros, honestos, cálidos, alegres, que se entrelazaban con la tristeza que provoca el no saber si voy a volver a ver a quienes me los dieron, y el saber que el próximo lunes mi mundo será otro. Totalmente distinto.

Por supuesto no pude evitar las lágrimas. El ramo de flores de mis compañeros de tribunales, los APTECHinos, fue un regalo que no esperaba. Lindísimo. Una muestra de cariño que me llegó al corazón. Y las lágrimas salían sin control. Luego el disco, las despedidas, y el dejar atrás tantas historias, tantas miradas, tantos desafíos, y tantas lecciones de ese palacio de calle Compañía... Uff, fuerte. Fuerte.

Luego, un almuerzo cariñoso, un angelito adorable, muchos abrazos, muchas fotos, llamadas, mensajitos, risas, palabras de aliento, y un aplauso increíble que no esperaba. Realmente no lo esperaba. Y el minuto que traté de evitar dándome mil vueltas llegó. No tengo una imagen del momento en que dejé mi cubículo y me fui, porque la emoción no me dejaba ver, pero el aplauso de mis compañeros mientras bajaba la escalera ya está en el estante de los tesoros más lindos de mi corazón. Fuerte. Lindo. Profundo. GRACIAAAAS, porque de verdad creo que no lo merecía. Y vuelve el nudo y los ojos brillosos al recordarlo!

Me fui del diario llorando. No sé explicar porqué. Lloré de alegría, por recibir tanto cariño. Lloré de pena, porque me duele dejar un lugar que fue mi casa, y a personas que fueron mi familia. Lloré de miedo por lo que vendrá... Y lloré hasta que llegué a mi cita con ese canadiense mayorcito, (tranqui...Bryan Adams), que me contuvo con su voz raspada, sexy y cálida.

Llegué a mi casa tan cansada, que apenas pude ver y abrazar un par de veces los hermosos regalos que recibí: un disco de Chopin que representa la libertad, un disco con títulos de canciones personalizados, un libro para cuando no tenga que leer. Me dormí con el nudo en la garganta, pero con la sensación maravillosa de sentirme querida. Un verdadero tesoro. Un maravilloso tesoro.

GRACIAS MILES a todos a los que no les pude decir lo mucho que significaron para mi mundo en estos ocho años: Pero ayer el nudo en la garganta no me dejaba hablar!

¿Qué vendrá? No lo sé. Pero sí sé que esos tesoros me darán fuerza y energía para enfrentar mi nueva vida.